«En Iconio acudieron también a la sinagoga judía y hablaron con tal persuasión, que fueron muy numerosos tanto los judíos como los griegos que se convirtieron» (Hechos 14:1). «Un ardiente amor a Cristo y hacia las almas calentó sus pechos y animó sus trabajos. Dios ha hecho de estos sus ministros activos espíritus, una llama de fuego a su servicio; y su palabra en sus bocas ha sido como un fuego; y como un martillo que quiebra la roca en pedazos (Jer. 23:29)» (Cooper,
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